Así se ven mis 43 en tiempos de COVID-19
En estos días, viendo llegar mi cumpleaños dentro de casa, para cuidarme y cuidar a los demás, he aprendido a valorar cada rincón del espacio que me pertenece, mi hogar, este pedacito de mundo que en cada esquina tiene un poquito de mi, de mis colores y de mis gustos, casi se respira mi alma al caminar en los pasillos de mi pequeña y hermosa morada. Me doy cuenta que siempre hay flores, que el amarillo y el azul nunca faltan. También he notado que me despierta el cantar de las aves, el abrazo de mi esposo, la calidez en la sonrisa de Verónica y el aroma a café de la primera colada de Annette, ya no tanto el sonar del despertador y las prisas por el horario de entrada y las urgencias de las agendas cruzadas de todos en casa, más bien me han despertado las ideas y los ideales, el ánimo y el compromiso, el deseo de aportar y compartir con el resto del mundo, sobre todo con los que forman parte de mi mundo.
He notado, que en estas 43 vueltas al sol, tengo todo lo que quiero, cosecho lo que he sembrado y tengo la fuerza para seguir sembrando, todavía un rato más. Esa fuerza, me ha sorprendido especialmente esos días, en la distancia de la cuarentena, luego de llevar años queriendo y pidiendo ser menos fuerte, menos valiente, menos clara, menos perceptiva y menos inmensamente humana, porque a veces con ese ser tan particular, tan mío..., debo admitir que si, que a veces también sufro. Para mi alegría y paz, en estos días, he logrado conciliar esa lucha de quien soy valiente y sólida, así como me ha hecho la vida, cómo me ha enseñado el camino y aceptarme sin perder mi sensibilidad humana, me ha asaltado este tiempo con menos quejas sobre mi misma y con más satisfacción al verme en el espejo y percibir no solo mi rostro sino mi yo completo, transparente y claro, sin miedo y sin pendientes, disfrutando detalles que posiblemente, lo acepto, antes de ayer aún me molestaban.
Confieso que en estos días, también he llorado, he recordado que me duele la tristeza humana y que el sufrimiento del mundo se vuelve mi sufrimiento, por más lejano o cercano que se encuentre, siempre ha sido así, solo que de ahora en adelante me permito llorar y comprender que de vez en cuando puedo llorar.
Me alegra saber que al despertar, confirmo la necesidad de las personas que tengo cerca, no lo hago obligada, lo hago por amor y con todo mi corazón, al hacerlo, comprendo que solo la madurez que me ha dado los años me permite sin egoísmo, dar sin esperar nada a cambio y lo más hermoso disfrutar dando mucho más de lo que toda la vida disfruté recibiendo. Esto se ha convertido para mí en una nueva definición del amor, un amor que me gusta y deseo conservar en mi vida.
En estos días, reconozco que cambiaría un nuevo brillante por un café con mi mamá y mi hermana, por un par de abrazos de mis sobrinos y un vino con mi hermano y mi cuñada, una pizza hecha con la sonrisa de mi cuñado y cambiaría mi joyero completo por conocer a Sara y hasta declinaría una colección completa de tazas de café solo por disfrutar un rato de mi reunión familiar este día y aún así, todo eso es poco, en comparación a mi único y real deseo, que estén bien, que permanezcan bien y que aunque estemos lejos, tengamos la certeza y la fe de que pronto nos volveremos a encontrar. Esperaré con calma y paz, que sea el momento, porque los momentos de Dios son perfectos, solo es necesario saber esperar.
En este camino de 43 años, he perdido cosas y cada día estoy más convencida de que lo material es fácilmente recuperable, hace mucho tiempo que nada material me seduce y eso me hace feliz. También en el mismo camino he perdido personas vitales en mi vida y eso representa cicatrices en mi corazón que aunque recuperadas dejan una huella pero que en definitiva me hacen ser quien soy, admito hoy, que uno de mis abrazos favoritos este día, era ese abrazo de mi papi temprano al despertar, uno que ya hace años solo tengo en mis recuerdos, aún así vivo agradecida, de poder recordarlo.
Hoy no pido nada para mí, pido por el mundo, para que esta guerra llena de batallas diarias termine, que podamos finalmente levantar la bandera de la paz y seguir adelante.
A pesar de la adversidad que enfrentamos, hoy celebro mis 43 y lo hago con un corazón lleno de GRATITUD.